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Selección de textos

CARRUCHO de Ana Rosa Rivera Marrero
Por: Elaine Delgado Figueroa

La concha es el punto de partida de CARRUCHO, la más reciente propuesta escultórica de la artista puertorriqueña Ana Rosa Rivera. En la exhibición individual de la artista en la galería “Espacio de Arte & Diseño” (mayo 2000) Rivera nos rodea de objetos provocadores por su belleza externa y lo sugestivo de su versatilidad utilitaria. Contrario a la concepción clásica de lo que es un obra de arte, la artista crea objetos que se supone sean útiles en el diario vivir. Se trata de unos artefactos transparentes en forma de concha de caracol en cuyo interior podríamos colocar la cabeza o cualquier parte del cuerpo, ya sea para jugar, para escondernos, para habitarlos o para protegernos. También en el interior de las conchas de Rivera podemos colocar objetos que una vez fueron lujos y que hoy son “vitales” para nuestra existencia, como por ejemplo el televisor y el automóvil (la artista los presenta como carritos a contro remoto).

Los atractivos objetos de Rivera nos seduce y nos arrastra a un mundo de abundancia consumista hasta sus promesas de placer y bienestar. Al igual que las técnicas persuasivas de la publicidad, nos invita a participar concediéndonos la ilusión de que somos libres de tomar nuetra propia desición pero luego de seducirnos nos advierte que ése objeto sin nuestra interpretación creativa sobre él es meramente una Vánitas. Rivera nos da una alternativa ante la fiebre adquisitiva, el exhibicionismo y el empacho: en lugar de comprar y desechar vamos a ingeniárnoslas para llenar nuestras necesidades con lo que ya tenemos. Hay una gran cantidad de objetos que no son reciclables (la artista hace uso de la resina, el alambre de pollo y los “ready-mades”) a menos que nosotros inventemos un uso para ellos.

El aspecto utilitario está en constante diálogo con su concepto. La artista aprovecha la forma de la concha de caracol, que a través de la historia del hombre se le ha atribuído una diversidad de usos y significados. Las conchas del mar comparten las asociaciones simbólicas del agua y también están vinculadas a la luna y la femineidad. Es un emblema de Venus, se relaciona con la idea de los órganos del nacimiento y de la vulva (en latín concha significa ambas cosas) en el cristianismo representa el sepulcro que abraza el hombre después de la muerte antes de que pueda resucitar. La observación de que los caracoles de viñedo se encienrran en su concha con una cubierta de cal, la cual tras el tiempo se rompe, convirtió a estos animales en criaturas que simbolizan la resurreción de Cristo. Toda ésta simbología se refleja en la concepción que la artista tiene sobre el hombre. Para Rivera el hombre es como un molusco (el carrucho) que necesita refugiarse en su concha.

Todos somos concebidos en una concha, entramos al mundo a través de ella, una concha nos alimenta y hacemos uso de la vestimenta para crearnos un caparazón. A través de la historia nos sirvió de moneda, ornamento y objeto ceremonial. Esa diversidad la observa Rivera a un nivel simbólico. El primer santuario de la humanidad fue la cueva, en ella el hombre se refugió como un molusco, hoy en día esa cueva es creada por el hombre y su propósito no es solo el de albergar sino que ayuda a nuestra apariencia ante la sociedad. El hombre siempre está dentro de esta concha ya sea cuando se sube a su automóvil o simplemente cuando se viste. El molusco posee una actitud sobria ya que se siente seguro llevando todas sus pertenencias consigo, contrario al hombre que más que un santiario necesita de lujos. Esto se debe a la utopía social que promete la felicidad a cambio de la compra de un producto.

El acto de elevar objetos de uso cotidiano a la dignidad de una obra de arte es un gesto que podría causar desconcierto, hasta que nos damos cuenta de que para Rivera la naturaleza del arte recide en la divinización del diario vivir. Sus artefactos son el resultado de un viaje hacia el centro de ella misma, que mediante el uso de conceptos antiguos como los símbolos y los mitos, nos lleva a nuestro centro y reta nuestra energía interpretativa. Utiliza los mitos como brújulas para encontrar lo divino.

Rivera no satiriza porque la sátira la colocaría en un plano superior al de sus “víctimas”. Ella usa elementos del Arte Pop como una fuerza subversiva que emana de los mitos y representaciones del consumismo, para después cuestionarlos. Umberto Eco dijo: “...en el arte Pop el Kitsch había sido redimido y elevado a una nueva categoría de dignidad estética...” El arte conceptual es ignorado por la mayoría de los puertoriqueños, pero los elementos del Arte Pop sirven para que el arte pueda ser apreciado por un público más amplio gracias a sus cualidades populistas, aparentemente ingenuas y fundamentalmente alegres.

Rivera necesita creer en utopías así que las encierra en obras que no son ni irónicas ni ingenuas sino que nos comunican de una forma optimista e interesante, que es inútil tratar de detener el tiempo. Mientras tanto la artista busca darnos refugio en sus formas.

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Art at the Turn of the Millenium
Edward Lucie Smith “ Art at the turn of the 20th Century”
Hans Biederman “Diccionario de símbolos”
George Segal: Pastels (catálogo de la expo a cargo de C.Glen ), California State University, Long Beach 1977 pag. 3